jueves, 24 de octubre de 2013

Arte abstracto en el pasillo de casa

Siempre quise pintar. Eso de hacer tus propios cuadros tiene un irresistible encanto para mi. 
Nunca he tenido grandes aspiraciones, ni suficiente calidad artística como para parecerme a Velázquez, pero desde mi ignorancia tenía la impresión de que el arte abstracto estaría más a mi alcance. Desde que vi expuesto en el Museo Reina Sofía de arte contemporáneo de Madrid un lienzo completamente negro con un punto blanco titulado "la noche", no he dejado de darle vueltas a la idea de probar suerte con la pintura. 

A raíz de una pequeña reforma en casa, en la que aprovechamos para pintar el pasillo, renació esta inquietud. 
Las tres láminas que tenía colgadas desde siempre de repente no me pegaban con el color gris de la pared. Tras valorar diferentes opciones de calidad, incluido un encargo a una amiga que pinta muy bien, decidimos optar por la versión más económica. Compramos 3 lienzos blancos, 6 botes de óleos de diferentes colores y dos pinceles. 

Me senté frente al lienzo, con el pincel en la mano y sin idea de por donde empezar. De repente todas aquellas ideas que tan definidas estaban en mi cabeza se esfumaron. Aquello que aparentemente era tan sencillo (un trazo ancho en negro y dos puntos de color) no resultaba atractivo. Se veía chapucero y cutre. 

Entonces el padre de la fiera me dio una idea -¿por qué no dejas que lo intente el niño? Así siempre podrás justificar que lo hizo un niño de 3 años (que era su edad por entonces). 
Por supuesto el canijo se mostró más que dispuesto. 


Plantamos un mantel en el suelo, el primer lienzo blanco y las pinturas. Allá que se lanzó él, trazo por aquí, trazo por allá. Ahora mezclo estos colores. Ahora lo emborrono todo un poco más. 

Cada vez que quedaba algo medianamente chulo y le tratábamos de convencer de que lo dejase, él volvía a pasar el pincel por encima con otro color.

Fue una tarde de lo más entretenida, viendo disfrutar al canijo, al que habitualmente no le gusta nada dibujar, ni colorear. 

Lo mejor para él, ver colgadas sus obras en el pasillo de casa, y que cada vez que viene alguien de visita le digamos bien orgullosos quien ha sido el artista. 

El resultado final vosotr@s lo podéis juzgar. 


 


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